TEXTO DE INTERÉS
FRACASO ESCOLAR EXCLUSIÓN EDUCATIVA
El fracaso escolar es un fenómeno tan
antiguo como la escuela. Aparece tan asociado a ella a lo largo de la historia
que se podría caer en la tentación de aceptarlo como inevitable, considerarlo en
algún sentido como necesario.
Aunque el término es de uso corriente,
salta a la vista con facilidad que se trata de una categoría extremadamente
ambigua. Tanto, que su universo conceptual incluye, situaciones o realidades
muy heterogéneas: bajos rendimientos académicos, pero quizás también
manifestaciones de carácter personal que la escuela, los docentes, las familias
y la sociedad valoran como inadecuadas. Vinculados con el mismo, hay otros
términos tales como el absentismo escolar; la estancia en la escuela pero el
desenganche efectivo de ella, o el abandono prematuro de la educación
obligatoria sin la graduación correspondiente.
En lo que se refiere a su profundidad y
extensión, son diferentes los suspensos ocasionales en una evaluación o
asignatura, de aquellos que afectan a varias materias y pueden llevar, por
ejemplo, a la repetición de curso o ciclo. Y, de otro lado, si no
personalizamos el fracaso tan sólo en los estudiantes, en sus resultados o
trayectorias, también nos remite al malestar institucional y docente e implica
vivencias y reacciones negativas, no sólo para los estudiantes, ya que suele
afectar a sus familias y entornos de relación. Para los estudiantes comporta
causas y efectos múltiples: propiamente académicos, en la propia imagen y
valoración de sí mismos, en sus expectativas y atribuciones, en sus vínculos y
relaciones sociales.
El grueso de los análisis más extendidos,
que suelen anidar precisamente en algunas de las instancias y agentes más
cercanos al fracaso, forman esquemas de pensamiento donde prima su
individualización (fracasan los estudiantes, no el sistema escolar), su
privatización (si un alumno no ha logrado los rendimientos esperados, él es el
primer y casi exclusivo responsable) y la atribución de culpas a las víctimas
(falta de capacidades, de motivación o de esfuerzo). La tendencia a
individualizar y privatizar el fracaso se concreta en medidas pensadas y
aplicadas para reaccionar ante el mismo. Algunas medidas para dar solución es
reclamar más esfuerzos y energías a los estudiantes.
El dato más incuestionable del fracaso
escolar es quizás, la amplitud que los sistemas escolares adoptan para
determinar y definir el período de la escolaridad obligatoria. El famoso tercio
de la población con “problemas escolares” persiste en el tiempo y a través de
contextos nacionales diferentes. En los mismos países más desarrollados, la
democratización y extensión de la escuela obligatoria ha coexistido con la
persistente realidad de un porcentaje amplio de estudiantes que no logran los
aprendizajes básicos de esa primera
etapa de la formación de los individuos. Una y otra vez, la educación se siente
impotente para solucionarlo. Las cifras internacionales, y las de nuestro país,
siguen documentando que una cosa es el acceso a la escuela y otra diferente, el
logro de la formación pretendida, necesaria y deseable.
- Conclusión: He elegido este texto porque le da un enfoque conceptual a la palabra exclusión. Trata sobre la relación entre educación y exclusión. Y además, la repercusión que tiene la exclusión en la educación de los alumnos.
Escudero Muñoz, J.M (2005) Fracaso escolar, exclusión social: ¿De qué se excluye y cómo? Revista de Currículum y Formación de Profesorado, 9, 1-3.
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